Retuerce mi pensar,
como viento en entre montañas, aprisionado y arremolinado.
Pero hablo del living de mi amigo
y ese retuerce es de alegría, tristeza y rabia.
Me golpearon las paredes de visto ladrillo descarrilándome y revoloteándome en la mesita cuna que centraba la habitación.
Allí juntados como por esfuerzo bajo un cristal entierrado,
allí estaban Martín Fierro, Picasso y algunos otros interesados en prestar oreja.
Creció en la llama de la amistad el insólito silencio del ruido,
cuadritos poniendo en evidencia la estirpe entre maderos,
dobladas repisas, altas, inalcanzables y pesadas de saber.
La luz austera, evidenciaba donde se escondía la oscuridad
y enormes sentaderos resguardadores de cuerpos largos y cortos,
de habladores y callados, coronaban la reunión.
Allí en la pared hasta el mismo reloj se había detenido.
En el living de mi amigo se colgaron en un extenso cordel, cual trapo al fulgor del padre,
gritos, cuentos largos y lentos,
se colgaron gamulanes y risas, sueños y penas y hasta abrazos y bailes.
Testigo es el alto techo que cumplió prensando las ideas y reteniendo los cumplidos en esta habitación,
allí están todavía completos y florecientes.
Desnivel del plano unísono era el living de mi amigo,
marcaba el paso de cada uno con sonidos graves, importantes y únicos
y el largo camino se coronaba con alfombras de suave pisar.
Por los grandes ventanales amaderados pedía permiso la llama,
encendedora, abrigadora y entusiasta por ver a los comensales, atiborrados de lujuria.
El living de mi amigo tiene gusto a cepia y sonido a sabiduría,
resguarda cantares insólitos, que todavía buscan una nueva copla para escapar
y retumbar en el hueco del alma.
Este lugar, testigo de rituales, huele a perfume de vida y de fuerza,
se siente como nube nueva, como brisa lenta y fresca.
Es intrascendente en el tiempo pero trasciende en el cuerpo.
Se ve que es transparente y limpio, se ve original. Planeta de vicios es guardador,
el living de mi amigo me dejó entrar,
para ser de él parte
y de florecer en vida y amistad,
de cuidar memorias y ajustadas de manos.
Resuenan todavía en mí, voces roncas y gritos afónicos de esos recuerdos.
El living de mi amigo me dejó llevarme un pedacito,
para tenerlo siempre conmigo.
como viento en entre montañas, aprisionado y arremolinado.
Pero hablo del living de mi amigo
y ese retuerce es de alegría, tristeza y rabia.
Me golpearon las paredes de visto ladrillo descarrilándome y revoloteándome en la mesita cuna que centraba la habitación.
Allí juntados como por esfuerzo bajo un cristal entierrado,
allí estaban Martín Fierro, Picasso y algunos otros interesados en prestar oreja.
Creció en la llama de la amistad el insólito silencio del ruido,
cuadritos poniendo en evidencia la estirpe entre maderos,
dobladas repisas, altas, inalcanzables y pesadas de saber.
La luz austera, evidenciaba donde se escondía la oscuridad
y enormes sentaderos resguardadores de cuerpos largos y cortos,
de habladores y callados, coronaban la reunión.
Allí en la pared hasta el mismo reloj se había detenido.
En el living de mi amigo se colgaron en un extenso cordel, cual trapo al fulgor del padre,
gritos, cuentos largos y lentos,
se colgaron gamulanes y risas, sueños y penas y hasta abrazos y bailes.
Testigo es el alto techo que cumplió prensando las ideas y reteniendo los cumplidos en esta habitación,
allí están todavía completos y florecientes.
Desnivel del plano unísono era el living de mi amigo,
marcaba el paso de cada uno con sonidos graves, importantes y únicos
y el largo camino se coronaba con alfombras de suave pisar.
Por los grandes ventanales amaderados pedía permiso la llama,
encendedora, abrigadora y entusiasta por ver a los comensales, atiborrados de lujuria.
El living de mi amigo tiene gusto a cepia y sonido a sabiduría,
resguarda cantares insólitos, que todavía buscan una nueva copla para escapar
y retumbar en el hueco del alma.
Este lugar, testigo de rituales, huele a perfume de vida y de fuerza,
se siente como nube nueva, como brisa lenta y fresca.
Es intrascendente en el tiempo pero trasciende en el cuerpo.
Se ve que es transparente y limpio, se ve original. Planeta de vicios es guardador,
el living de mi amigo me dejó entrar,
para ser de él parte
y de florecer en vida y amistad,
de cuidar memorias y ajustadas de manos.
Resuenan todavía en mí, voces roncas y gritos afónicos de esos recuerdos.
El living de mi amigo me dejó llevarme un pedacito,
para tenerlo siempre conmigo.
Master Blender
